Oda al tiempo

Si yo me propusiera a abrirlo en este momento; si lo viera, sin pensarlo, como se me es entregado… parte de la materia que me mantiene aquí, aterrizado al suelo, se difumaría en lunas amorfas, y distantes entre ellas; reflejaría el mar, agujeros de otros tiempos.

Por lo pronto permanece. Estático , en suspernción con lo concurrente. No se vió ni se verá algún cambio en su piel,  no hay motivo para desgarrar las translucidas paredes que distorcionan su inmutabilidad. Sin embargo existe,  y de alguna manera escucho el latido de su respiración enclaustrada por la pausa eterna en que se encuentra. (25.01.18)

Es esa su condición de Oruga. Es lo que me permite contemplarlo con la calma que llevan las aguas, con el zig-zag involuntario de la hoja desprendida, con las líneas dibujadas por las yemas de los dedos. Ajeno al invierno desprende la luz tintineante que sujeta el alma al vacío, me recuerda que está vivo, que la Luna se acuesta y él se deshoja, que la savia se endurece cuando al alba brota. Y que dos alas envueltas no corresponden al cementerio. La pausa es eterna, pero no lo es el Silencio. (28.01.18)

Un asomo por la grieta en el cascaron y siente la lluvia de sal, se escuchan las rocas en monocromo. Se abre paso una consciencia secundaria que repta por las alas deshojadas. Lapas contemplando el caminar, algunas caidas ya por el cambio sonoro. Tres gigantes con los pasos del ser en pausa grabados en su cuerpo rastreando la cartografía de sus palabras, sus caminos y el sol. La crucifixión del astro menguante.  (29.01.18)

El pecho palpando las extremidades caídas le muestran su condición; El sentido de la vida radica ahora en este retroceso, mas no hay añoranza del pasado. Las conjeturas nacen sólo cuando se cree llevar la verdad entre las alas… El ser se arrastra al interior y teje con hilo de seda, observa el ojo en el cielo harto de sangre. No hay puntos cardinales, mas contempla el entorno (más rápido, más fuerte, más grande, más…). No hay »razón» y su cuerpo se enrosca. La humedad penetra y líneas de hilo convergen con su cuerpo. Adherido, se posa en movimiento. Vuelve a nacer. (30.01.18)

Cuando salí del himnotico silencio suspendido, había pasado mucho. Las lunas, el mar y la nada de otro tiempo me envolvían presentes. El paisaje difuminado latía con el descenso de los pasos avanzando en retrospectiva, intentando tocar tierra.  El capullo nuevo me regresó al ahora, de ayer y de hoy. Por lo pronto permanece, estático. Ajeno al invierno. Si yo me propusiera a abrirlo en este momento; si lo viera, sin pensarlo, como se me es entregado… ( 31.01.18) .

 

L y B

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